Desde el punto de vista
educativo, la producción intelectual es una actividad formativa y motivadora,
fundamental para el desarrollo de las competencias básicas de
comunicación y trasferencia de conocimientos. La publicación de esta producción
intelectual es un ejercicio de la libertad de expresión y de creación. Los
trabajos y artículos que un profesor
realiza para su clase podrían y deberían ser reproducidos, distribuidos y
comunicados públicamente por el autor,
pero en la mayoría de los casos los profesores no estiman como importante
algunos de sus trabajos y no piensan en publicarlo.
La evaluación de la producción
intelectual es parte del desempeño de los profesores, se entiende por
producción intelectual los escritos científicos, literarios y humanísticos, las
obras artísticas, y la producción de técnicas educativas, de diseños o
desarrollos tecnológicos originales o la consecución de teorías ya probadas que
pudieran ser actualizadas; que la obra sea el producto de la actividad
académica inherente al trabajo del profesor puede ser deseable, pero no del
todo obligatorio ya que esto limitaría la creatividad del docente.
Asesoría Educativa conseja a sus
colaboradores y a los docentes en general tratar de mantener un récord de su
creación intelectual a fin de que sea posible ejercer el efecto multiplicador
que corresponde a la labor del docente. Hay que recordar que la creación
intelectual es una de las más nobles tareas en las que se manifiesta el valor
de enseñar y difundir. Es a la vez un reto pero también un derecho que posee el autor, el de dar a conocer su
obra creativa sin pretensión ni modestia.
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