domingo, 12 de noviembre de 2023

𝓔𝓷 𝓶𝓮𝓶𝓸𝓻𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓶𝓲𝓼 𝓪𝓫𝓾𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓶𝓪𝓽𝓮𝓻𝓷𝓸𝓼

Don Carlos Andrés Bellido Gonzales fue mi abuelo, o debo decir es mi abuelo, porque, aunque hace muchos años que trascendió al plano de la eternidad, su recuerdo vive en mí. Lo recuerdo como un señor muy guapo, con mucho cabello plateado y ojos verdes grisáceos. Solo vivió 72 años y solo menos de 5 de ellos lo pude disfrutar. Hoy es el aniversario de su nacimiento y sacando cuentas, nació en Lima, en la casa familiar del Bosque de Matamula en 1891. Era 20 años mayor que mi abuela Doña Toribia López vda de Bellido, como siempre recuerdo haber visto que firmaba, con pluma fuente y tinta líquida. Ella nació en Ayas, provincia de Huarochirí en 1911. Ellos me dejaron muchas herencias, no solo materiales sino espirituales, ellos significan una parte muy importante de lo que soy y lo que procuro que mis hijas y nieta sean. Inteligentes, laboriosos, orgullosos de su estirpe y dispuestos a defender lo que habían logrado o habían recibido en heredad.

Mi abuelo era un hacendado, alcalde de Matucana en varias ocasiones, civilista y administrador del Banco Agropecuario de la época. Era agrimensor de profesión, aunque mi madre siempre dijo que él quería ser militar, pero desde que nació, el cuarto de sus hermanos, su futuro fue trazado por su padre. Él sería quien administrara la Hacienda San Juan, patrimonio de la familia Bellido Gonzales. Decisión indiscutible en la familia que le toco nacer. Mi abuela fue su segunda esposa, porque la primera no resistió la soledad del campo y falleció dejando una niña de 8 años que pasó a ser criada por la única hermana de mi abuelo. Esta también era una costumbre de la época, mi tía Leoncia era 18 años mayor que mi mamá y criada lejos de todo lo que significaba la hacienda. Mi madre y mi abuela permanecieron junto a mi abuelo por todo el resto de su vida. Para ellas era un gran personaje y eso es lo que me transmitieron a mí, en verdad fue un buen proveedor, como correspondía a un caballero de esos tiempos.

Ayer, solo por acción de la serendipia, asistí a una función del Coro Voces del Sol donde canta mi nieta, este concierto se dio a beneficio de una organización fundada por los jesuitas para cuidar adultos mayores en situación de abandono total, material, psicológico y espiritual. Según nos explicaron ayer antes de la hermosa presentación del coro, la organización trabaja en Cangallo una provincia de Ayacucho a más de 3,500 metros sobre el nivel del mar, donde la población ha envejecido sola, porque mucho jóvenes y adulto abandonaron el lugar para huir de la guerrilla en los 60, del terrorismo en los 80 y ahora del narcoterrorismo. Se fueron buscando una vida mejor y dejaron padres y madres que en la actualidad son muy ancianos y que tal vez aún esperan que sus hijos vuelvan. Los jesuitas y los voluntarios proveen atención a esta población olvidada y triste. Para ellos ha ido las donaciones de las entradas al concierto y algunas ventas que se hicieron en la puerta del templo de Fátima en Miraflores donde se ofreció este espectáculo.

Hoy he conversado con mis alumnas del proyecto de caridad que todos los años procuramos implementar por esta época. Sé que los niños necesitados son el centro de los esfuerzos para darles una Navidad feliz, aunque creo que las poblaciones de adultos mayores necesitan ser visibilizados en todas partes. Puede ser que algunos, como mis abuelos, vivieran una vida de cuidados, amados y protegidos por sus hijos y sus nietos, pero ciertamente no es el caso más común. Como lo mencionó el sacerdote jesuita que nos dirigió la palabra anoche -“hay hijos buenos y algunos no tan buenos”. Pero por, sobre todo, estos seres humanos, no solo necesitan de ayuda material, también que los acompañemos, los escuchemos y los respetemos por su sabiduría y experiencia de vida. 

Pensemos en esto, no solo en época de Navidad sino todo el Año. 

𝐑𝐞𝐜𝐨𝐫𝐝𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐩𝐚𝐥𝐚𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐉𝐞𝐬𝙪́𝐬: «𝐂𝐚𝐝𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐨 𝐡𝐢𝐜𝐢𝐬𝐭𝐞𝐢𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐮𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐨𝐬, 𝐦𝐢𝐬 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐦𝙖́𝐬 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞𝙣̃𝐨𝐬, 𝐜𝐨𝐧𝐦𝐢𝐠𝐨 𝐥𝐨 𝐡𝐢𝐜𝐢𝐬𝐭𝐞𝐢𝐬» (𝐌𝐭 25, 40).

Violeta Fonseca
Directora de Asesoría Educativa