He pensado mucho sobre cómo empezar este
artículo, que no espera ser un homenaje a mis colegas maestros sino una
reflexión sobre nuestro trabajo del cual yo me he sentido siempre muy
orgullosa. Es la profesión que elegí cuando tenía seis años y ordenaba en el
patio de mi casa un aula en la que sentaba a mis hermanos, tengo que decir que
mi padre había cuidado que tuviéramos una pizarra y unas pequeñas mesitas, que
en realidad eran bancos, pero que funcionaban muy bien para nuestros tamaños.
No sé por qué mis hermanos me seguían en este juego, pero para mí es el
recuerdo más grato de mi primera infancia. Mi abuela materna, quien solo había
llegado a tercer grado de primaria, se ocupó de que yo recibiera las “primeras
letras”, con la ayuda de canal 7, televisión nacional, mi canal de señal
abierta favorito aun hoy. Y mi padre de dotarme de todos los colores, lápices,
tizas, los libros y revistas que podía comprar. Así que como la hermana Pilar
Cardó de los SS.CC. me dijo después “- tú
estás hecha para ser maestra-”.
Creo que tomé la decisión más importante de mi
vida cuando decidí dedicarme a la docencia. Mi primera incursión, sin
experiencia, fue enseñando inglés dos horas diarias en un colegio cerca de mi
casa, en donde me dieron la oportunidad aunque no tenía edad ni para cobrar mis
cheques, que tenía que endosar a mi padre cada mes. Pero en ese colegio obtuve
también mi primera alumna particular, aún tengo el recuerdo claramente cuando
paso por su casa.
De ahí en adelante todo fue estudiar y prepararme para poder
ser digna de esta profesión que me ha llenado de satisfacciones. Soy maestra,
si pero no entiendo porque debo sentirme humilde o disminuida, al contrario me
siento importante y reconfortada porque he tenido éxito desde muchos ángulos.
Tengo mucho conocimiento de mis temas y de otros que me han interesado, ya que
nunca he dejado de estudiar y seguiré haciéndolo porque tal vez sea la
actividad que más me ha gustado después de viajar. Como siempre digo – si lo
leo y lo entiendo, entonces seguro que puedo enseñarlo –. Todo es cuestión de
preparación y dedicación al estudio.
Hoy que soy la directora de mi propia empresa,
Asesoría Educativa, y que dirijo la línea educativa de la misma, capacitando a
mis colaboradores a los que llamo “Especialistas de la Educación”, me siento
cada vez más segura que no pude haber elegido ninguna carrera en la que esté
más en mi elemento. Hoy, no solo yo, sino mis profesores, proveemos de
acompañamiento pedagógico y académico a alumnos que confían en nuestro criterio
y que saben que no estamos aquí para hacerles las tareas, sino para enseñarles
a aprender. Después de todo, nuestra misión es proveer una alternativa de
enseñanza personalizada. Yo creo en lo que hago y creo que los maestros somos
necesarios en la vida de la comunidad. Por eso es que les pido a mis colegas
que siempre digan con la frente muy en alto el oficio que escogieron.
¡Feliz Día del Maestro para todos los que
ejercen esta profesión con amor, dedicación y orgullo!
Violeta Fonseca