El primer
libro que recuerdo vívidamente, pertenece a la literatura infantil, me
identifiqué mucho con las protagonistas, que para entonces eran mayores que yo.
Era un libro simple, que no ha recibido grandes críticas positivas, pero que
guarda grandes consejos de vida, porque estaba inspirado en las aventuras escolares
de dos niñas del siglo XIX que tenían la dicha de acceder a una buena educación.
Aunque victoriana, que era lo único que había en esa época. Entre todo lo que debían
aprender estaba el pensamiento que incluyo en este artículo. Y yo nunca lo
olvidé, porque comprendí la importancia del mensaje y porque aún sigo aprendiendo.
La educación
debe entenderse como un proceso que dura toda la vida y que le da sabor y color
a todo lo que hacemos. Debe entenderse como un compromiso ineludible con las
futuras generaciones, que deben recibir de sus antecesores esta responsabilidad
y comprender que hay un gusto adquirido por aprender, una competencia consigo mismo
por saber más y sobre todo que el saber verdaderamente da poder. No hablamos
del poder de las armas o de la política. El saber recibido en los libros es el
que te da la sensación de plenitud, de respeto a los demás y de comunión con
todo lo que te rodea. Es por eso que aprender no debe tener un límite de edad,
muy por el contrario debe llenar todos los días de nuestra vida.
”Cada cual debe aplicarse a la educación propia
hasta el último
día de su vida.”
Massimo Taparelli D'azeglio (Escritor, pintor, patriota y político italiano)
En Asesoría Educativa promovemos la aplicación
a la educación propia de nuestros profesores y los incentivamos para que
avancen en sus carreras profesionales. Y también invitamos a nuestros alumnos
de todas las edades a que disfruten de la educación que reciben, que investiguen
sobre lo que aún no saben y que siempre estén dispuestos a seguir su
mejoramiento intelectual por medio del constante aprendizaje. Si nuestros
alumnos son mayores, es posible que encuentren que el estudio es más difícil y
que les falta el tiempo. En realidad el tiempo está a favor de quien estudia todos
los días de su vida.
Violeta Fonseca
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